Durante
la década pasada, con la reiterada promesa de su ópera prima –y aun con la
promoción de la misma durante el año pasado–, el ahora vloguero venezolano
Dross Rotzank siempre fue renuente en dar a conocer la más escueta pista sobre
la novela que había escrito. Salvo revelar el título del libro, lo más que llegó
a decir durante este periodo fue que abordaba una épica; de resto, nos vimos
obligados a intuir que ésta contaba con elementos propios de la ciencia
ficción.
¿De
qué hablamos cuando hablamos de ciencia ficción?
En
la contraportada, Luna de Plutón no
solo se refiere a sí mismo como ‘épica’, sino que deja a juicio del lector la
certeza al afirmar que se trata de “una novela clásica de la más pura ciencia
ficción”.
El
planteamiento hipotético de posibilidades tecnológicas para el humano es el
elemento característico de la ciencia ficción. Con tal de considerar a la ópera
espacial como uno de sus subgéneros –tomando a la vastedad infinita del cosmos
como motor imaginativo–, la existencia de galaxias lejanas con extrañas
culturas donde se libran batallas entre naves espaciales a punta de disparos de
energía pura se presenta como una posibilidad tan válida como la de cualquier
historia comúnmente inherente al sci-fi.
Dado que en Luna de Plutón elementos
fantásticos intiman con otros acordes a una temática de ciencia ficción, se
asume que forma parte de dicho subgénero.
No
importa cuánto traten de convencernos sobre el lugar de la ópera espacial como
subgénero; aunque en ella esté el potencial hipotético propio de la ciencia
ficción, éste pierde validez si no ayuda a comprender el universo al que nos
hemos introducido. Lo importante en una ópera que ocurre en el espacio es
contar una gran historia en la cual los actos y emociones de los personajes
generan conflictos que alcanzan proporciones cósmicas.
Ogros
de Iapetus, elfos de Titán, animales antropomórficos y vampiros en una época en
que la Tierra ha dejado de existir son algunos elementos fantásticos que hacen
de Luna de Plutón una ópera espacial,
en vez de un exponente de la ciencia ficción.
Cómo leer Luna de Plutón a sus hijos
La
relación entre Luna de Plutón y las
obras de J. R. R. Tolkien inherentes a la Tierra Media no tiene que ver con lo
épico, sino con dejar de lado lo intrincado de una novela para leerse como un
cuento de hadas de la nueva era.
En
dos ocasiones, personajes de la novela utilizan la palabra ‘mierda’. Según se
aborde, este detalle puede ser irrelevante o trascendental. Mientras que el uso
de lenguaje reprobable para algunos sectores de la sociedad puede considerarse
dañino para el público infantil, también puede interpretarse como un paso por
parte de este tipo de literatura para dar a conocer la realidad de nuestro
tiempo a través de expresiones coloquiales, así como el lugar que éstas ocupan
en el habla cotidiana. Menospreciar la capacidad receptiva de los lectores es
el mayor riesgo que uno corre al escribir literatura infantil, y Luna de Plutón superó el obstáculo.
The
outsider space
Aun
cuando podríamos contar un sinnúmero de casos excepcionales (incluso en los
últimos años), todavía se tiene una idea preconcebida sobre planetas sólidos
como único destino para los viajes espaciales. Aunque simple en su esencia, que
los rumbos durante el transcurso de la novela estén fijados hacia lunas de
planetas gaseosos redefine lo que entendemos por “viajar a otro mundo”.
Concebida
al tiempo que autoridades en el campo de la astronomía llevaron a cabo
regulaciones en torno a la clasificación de Plutón, la novela hace hincapié en
el cinturón de asteroides que separa a éste del resto del Sistema Solar como un
elemento distintivo más para con el resto de planetas en una organización
encabezada por elfos.
Aun
cuando se podría reflexionar sobre en qué medida Luna de Plutón es una historia atípica comparada con otras con
elementos semejantes, resulta igualmente interesante descubrir que los mismos
protagonistas de una obra extraña son seres atípicos en el mundo que los rodea,
volviéndolos únicos en más de un nivel. En medio de un desfile de personajes
extraños a lo largo y ancho del Sistema Solar, niños de razas discordantes como
ogros, elfos y leones parlantes protagonizan Luna de Plutón, aun siendo, en apariencia, los menos aptos para
mantener el ritmo de la acción.
Como
un meteorito
Luna de Plutón
parte de una intriga cómica y conspirativa de espionaje que no es internacional
sino interplanetaria, y aunque la publicidad en torno a la novela pretende que se
reciba como parte del corpus temático del sci-fi,
su declive se dio precisamente al abandonar deliberadamente los elementos
presentes durante el inicio del relato y poner en su lugar los que debían
corresponder con los de la ciencia ficción.
Tomando
prestados elementos de cómics, videojuegos, dibujos animados, películas y demás
exponentes de la cultura popular, la literatura suele producir obras de gran
valor, sin embargo, en el caso de Luna de
Plutón, el uso de dichos elementos no justifica la pérdida de lo que en un
principio había hecho de ella algo valioso.
A
medida que se dejan de lado los elementos correspondientes al cuento de hadas
(y a la historia de intrigas), se abre paso cada vez más a algo que bien podría
ser una película de ciencia ficción, aventura y acción, novelizada sin mucho
éxito.
Las
batallas entre naves espaciales constates, largas y descriptivas hasta el tedio
no dotaron a la novela de sustancia, sino que dieron paso al ritmo fallido de
la narración. Sin duda había elementos mucho más significativos sobre los
cuales pudo haber recaído la atención del autor, primero, y del lector, después.
Así, el momento cumbre fue más bien en picada, carente de algo destacable, y
muchos argumentarían por su predictibilidad.
Espacio No Explorado
Las
dudas sin resolver en Luna de Plutón poseen
dos puntos de vista. En el primero están las expectativas insatisfechas para
los lectores atentos, pero por otro lado está una esperanzada introducción a un
universo literario por venir.
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