La Guerra de las Dos
Rosas estuvo llena de intrigas y acciones bélicas que decidieron el destino de
Inglaterra, y también fueron cruciales para la creación de varias obras cumbres
del dramaturgo inglés William Shakespeare entre los siglos XVI y XVII, y del
escritor norteamericano George R.R. Martin a finales del siglo XX y principios
de XXI.
Shakespeare
tuvo su campo de acción en pleno renacimiento inglés, cuando se dio el proceso
de cambio en las corrientes del pensamiento que ponían al hombre como eje
central sobre el cual se daba el orden de las cosas. La ciencia sufrió cambios
a causa de esto y la Historia no fue la excepción.
En
la Edad Media la idea de Historia no era ni por asomo la misma que en la modernidad,
cuando comenzó a tomarse con la seriedad que le concedió un auténtico método
científico. Antes de eso, podemos hablar más bien de una serie de crónicas o la
transcripción de pasajes populares, que no podían escapar de la perspectiva de
la sociedad de la época que fijaba una concepción del mundo y, por ende, la
concepción del mundo que tenía el autor.
El
apego dogmático y riguroso de los que escribían la Historia en cuanto a estilo,
temas y el modo en que éstos se abordaban se hacía de tal forma que no despertara
la ira de grupos de poder, ni diera lugar a modos de pensar que alteraran la
moral colectiva. Actuar de otro modo era, de hecho, inconcebible. Lo mejor era
seguir el orden de lo establecido y que la Historia representara lo que había
sido antes con tal de que reflejara también lo que debía ser el mundo, sin que
nada perturbara el equilibrio de las cosas.
El
orden del mundo era el orden del cosmos: los reinos terrenales representaban en
menor escala a los celestiales; las Cruzadas semejaban la lucha contra huestes
infernales para recuperar Tierra Santa, y por supuesto, el Rey era el
representante de Dios en la Tierra al poseer el control absoluto. No es difícil
imaginar entonces el cambio tan radical en la mentalidad del pueblo que debió
representar el período de guerras civiles que se dio entre 1455 y 1485.
Desde
el destrono de Ricardo II y la fundación de la casa Tudor con la llegada de
Enrique VII, los conflictos internos del país dieron cabida a cinco reyes en el
transcurso de tan solo treinta años. Sumándole a esto que la entrada de los
Tudor fuera sinónimo del Renacimiento en el país, ponía en un lugar muy
vulnerable la idea tradicional del orden establecido.
La
idea antropocéntrica característica del Renacimiento puso al ser humano como
aquel en equilibrio con el cosmos, y no como algo sometido a la voluntad de
éste. Dios ya no era aquel que dictaba la Divina Providencia para que los
hombres estuvieran sujetos a la salvación o la perdición. Se estaba abriendo
paso la idea del libre albedrío. El nuevo orden socioeconómico, cuyo pilar ya
no era el de las relaciones entre el señor y sus vasallos, sino el del hombre
libre dispuesto a trabajar por el sustento mientras mantiene la esperanza de
hacerse de bienes, e inclusive, escalar en la pirámide social. Las disputas
entre dos familias poderosas con argumentos contrarios sobre lo que era
correcto para el porvenir desembocaron en lo que se creía imposible: quitar a
un monarca de su sitio de poder absoluto y sumirlo en la más simple humanidad,
algo que puso en tela de juicio el lugar que hasta entonces se le había
atribuido a Dios de un modo tiránicamente religioso.
Estaba
claro que ni las cosas más trascendentales en el mundo debían hallarse siempre
en el sitio que les correspondía, y era labor del hombre encontrar ese punto en
el que se retomara el equilibrio.
Esta
nueva forma de ver asuntos de tanta importancia como la política y la teología,
poco a poco fueron impregnándose en lo moral con la idea del libre albedrío, en
las ciencias naturales con respecto a la apertura de nuevos estudios en los
cuales hoy en día sería necesario separar lo racional de conceptos esotéricos
y, por supuesto, en lo que hasta entonces se entendía por Historia.
En
el medievo era natural que cualquier cosa que estuviera escrita tuviera ya el
peso necesario para que lo que allí se tratara fuera verídico, de modo que la
Historia, una vez asentada en tinta y papel, dejaba a un lado la transmisión
oral y se contaba de una sola forma infalible que no daba lugar a
cuestionamientos, pues también formaba parte de la estructura ideológica de la
época, que debía permanecer estática para que no abriera paso al caos. El
Renacimiento cuestiona este orden y abre una brecha para que se susciten otros
puntos de vista que ayuden a que salgan a la luz hechos que, de otro modo no
podrían conocerse. Es entonces cuando los cronistas y primeros historiadores de
la época abordan la Historia, no como hechos concretos e inamovibles, sino bajo
un ojo crítico y analítico que daba lugar a que cada acontecimiento planteara
cuestiones sobre la esencia del ser humano.
Como
la llegada de los Tudor fue sinónimo de Renacimiento, ellos fueron grandes
detonadores de las creaciones artísticas e intelectuales concernientes.
Cuando
Enrique VII le encomendó al italiano Polidoro Virgilio redactar la historia de
Inglaterra, éste tardó más de la cuenta, para al final entregar una visión
histórica que abarca desde el reinado de Ricardo II hasta el del monarca en
turno, en donde temas como la mutabilidad de los gobiernos son una
restructuración de los valores.
Edward
Hall tuvo a bien dedicar más de la mitad de su obra al reinado de Enrique VIII
y solo una parte a los reinados previoshast Enrique IV.
Los
Tudor se aseguraron de que siempre tuvieran a un biógrafo a su lado que
preservara cada día de sus vidas con la idea de que eran de vital importancia
para el destino de la nación.
Tanto
los textos históricos de Hall como los de Raphael Holinshed fueron los
referentes icónicos de la nueva visión histórica de la época, porque en ellos
se concentraba la historia de los monarcas bajo la perspectiva renacentista. Es
justo en el centro de este esplendor inglés en donde Shakespeare incursiona en
el teatro, y sin duda no pudo escoger mejor momento. Así fue como presentó la Primera parte de Enrique VI en marzode
1592, y con esa opera prima, menos
refinada que las obras posteriores, abrió una ventana a la gente de su tiempo y
al nuestro en la cual se mostraba un nuevo modo de ver el pasado en el contexto
del presente como un nuevo modelo de conciencia colectiva universal.
Esta
forma de replantear personajes icónicos de la Antigüedad griega, pasajes de las
recientes guerras intestina de la nación, los cuentos medievales o las visiones
acerca de las novedades literarias y escénicas que causaban revuelo en
Occidente, abarcó los principales tópicos que Shakespeare trató, despertandoel
interés y la reflexión del pueblo, haciendo que el recién llegado Renacimiento
abriera sus puertas a la gente para que tuviera acceso al arte con los medios
más simples. Así operaba Shakespeare en el GlobeTheatre
y el público seguía hambriento de sus obras.
Tratar
de clasificar las obras de Shakespeare en comedias, tragicomedias y dramas
históricos es de por sí difícil y causa conflictos con distintos críticos.
Aunque dichos encasillamientos sean pertinentes para que se den análisis e
incluso apreciaciones certeras, siguen siendo difíciles. Ahora pensemos que si
además pretendiéramos separar las obras de Shakespeare en aquellas que se
acercaron más a cierto realismo, y las que resultaron más fantasiosas, sería un
intento más banal que el de los partidarios de la teoría Marlowe a los ojos de
sus opositores.
La
obra de Shakespeare, como la de los grandes autores, logra que la esencia
persista en todos sus frutos artísticos, por más variados que sean y sin importar
cuan distintos parezcan.
Ni
Sueño de una noche de verano ni Macbeth ni ninguna de las obras más
“fantásticas” del Bardo de Stratford se alejan en mayor media que las otras a
la hora de develar el alma humana con sus miedos, obsesiones y exaltaciones. Así
mismo, ni en Enrique IV ni en El rey Juan ni en Julio César duda en distanciarse un poco de la rígida autenticidad
de hechos históricos con tal de mostrar el potencial emotivo de cualquier
personaje histórico.
El
drama shakespeareano es uno solo desde distintos puntos de vista del ser
humano, a lo largo de la historia y en cualquier situación (por más común que
ésta sea) que explotara el potencial imaginativo. De ese modo es como
Shakespeare perduró en la historia como ícono de su tiempo, de su país, del
teatro, y de la Historia hasta nuestros días y por mucho tiempo.
Así
llegó la visión de Shakespeare hasta ya entrado el siglo XX, que fue un
florecimiento en cuanto a hallazgos que llenaban espacios en lo que antes había
sido misterio tras misterio en la vida del poeta.
Igual
que Cervantes, su contemporáneo con influencias similares en la literatura
universal, y la creación de nuevos personajes míticos, la influencias de los
personajes shakespeareanos cubrió prácticamente toda la conciencia creadora. Toda,
incluso la de George R.R. Martin.
Mucho
se ha dicho recientemente acerca del autor que le dio nueva voz a la fantasía
épicahasta ser considerado por Lev Grossman y la revista Time como “el Tolkien americano”.
Auténtico
seguidor y erudito de los géneros hermanos de la fantasía y la ciencia ficción,
Martin vivió la época idónea para mantener una relación íntima con ellos al
investigar un pasado fresco de historias icónicas de ambos géneros para luego conocer,
evaluar y admirar a los pioneros de lo inherente a la fantasía que cautivó a
toda una nueva era, y no tardó en formar parte de ella.
El
drama histórico no era ni por asomo algo nuevo para Shakespeare, tomando en
cuenta que estas representaciones se venían haciendo desde la Antigüedad. Del
mismo modo, Martin no hizo más que reinventar lo que ya estaba hecho. No
olvidemos que las nociones de la ciencia ficción podían rastrearse hasta
principios del siglo pasado con Edgar Allan Poe y aún unos cuantos siglos antes
con Cyrano de Bergerac. Ni qué decir de la fantasía. Existen manifestaciones de
este tipo desde siempre.
Igual
que Shakespeare, al estar al tanto de las tendencias artísticas y cómo estaba
cimentada la sociedad de su tiempo, Martin incursionó en el campo literario
consciente de lo que el público esperaba, y aún más, de lo que le hacía falta.
Los viajes espaciales, adelantos tecnológicos, el descubrimiento de nuevas
formas de energía, la constitución del ser humano y todo lo demás, y las
guerras mundiales eran el motor que impulsaba el imaginario de la recién
descubierta ciencia ficción que llevaba más allá los conceptos románticos y
casi positivistas del género en el siglo pasado al hablar de la conciencia de
nuevos seres creados por el hombre, la respuesta de la frágil humanidad ante la
repentina llegada de tecnologías avanzadas fuera de la compresión, los viajes a
mundos distantes y el contacto con una variedad de seres cuyas mentalidades y
puntos de vista sobre las cosas eran tan vastas como el universo.
Como
Shakespeare incursionó en el teatro para que sus obras tuvieran el mayor
alcance del público, tanto en Inglaterra como alrededor del mundo, Martin era
consciente de lo que el público pedía durante el inicio de la globalización, al
tiempo que uno podía hacerse de los medios masivos de comunicación. Así es como
Martin deja de lado las novelas y los cuentos y entra de lleno a crear
historias que pudieran ser contadas en el cine y la televisión: el gran alcance
al público de su tiempo.
Así
como hay estudios que atribuyen el estilo de Shakespeare en obras que, se
presumen, coescribió con otros dramaturgos, George R.R. Martin intentó crear
siempre sus propias historias, aun estando dentrodel colectivo de un grupo de
guionistas, impregnando con su estilo los episodios que le correspondía crear
para series televisivas de alcance mundial como el delirante replanteamiento
contemporáneo de La bella y la bestia y
el alcance de infinitas posibilidades espacio-temporales que ofrecía La dimensión desconocida. Cada una de
las muestras que corrieron bajo su cargo mostró una reminiscencia hacia la era
dorada de la fantasía, cuya esperanza de resurrección permanecía latente.
Martin
se empeñaba en esta labor ya que, así como la ciencia ficción y la fantasía
épica fueron de la mano desde el resurgimiento de uno y el nacimiento del otro,
la pasión que le brindaban era equitativa. Si bien ambas géneros poseían el
mismo potencial creador, era claro que la ciencia ficción había encontrado en
el siglo XX una era que lo aceptaba como algo icónico e inseparable de ella,
por lo que tenía su lugar asegurado para ser recordado en el futuro con el que
soñaba como algo que marcó al hombre en su largo camino a la trascendencia y a
la búsqueda en el infinito.
Pero
aún quedabala fantasía épica: hermana de la ciencia ficción, con igual
potencial en nuestro tiempo para retratar la esencia humana en el imaginario
colectivo con la ayuda de los pioneros que tuvieron fe en su trabajo, pero que
a la larga no consiguió el papel trascendental que ocupó el otro género.
Lo
fantástico-épico fue pasado de largo como retrato de la humanidad, por ser
considerado como algo más distante de la sociedad de su tiempo: una especie de
retroceso a novelas de ambientación cuasi gótica, y por ende, retrógrada. Solo
el grupo de acérrimos seguidores de las aventuras de Conan el Bárbaro y quienes cayeron bajo el influjo de El señor de los anillos conformaban el
universo que integraba y mantenía en pie a la fantasía épica.
Martin
era consciente de la situación que enfrentaba la fantasía heroica de su tiempo
y pese a todo se aferró a un ideal de auténtica inventiva que escaseaba y solo
pocos poseían.
A
lo largo de su carrera, los proyectos fructíferos iban de la mano con los
fallidos, y al tiempo que se le abrían puertas en Hollywood, muchas le fueron
negadas y truncaron sus planes de crearpelículas y series televisivas que,
hasta ahora, no han llegado a rodarse.
Así
es como en épocas y lugares distintos, dos autores reaccionaron al ambiente
cultural de un público con expectativas. Suficientes paralelismos se han
mostrado entre Shakespeare y Martin en cuanto al contexto histórico que alimentaron
a sus obras, y similar es también parte de su obra debido en gran medida a un punto
que guardaban en común: una vez más, la Guerra de las Dos Rosas y todo lo concerniente
a ella con una perspectiva de nuevo alcance mítico que refleja la esencia
humana.
George
R.R. Martin fundó el universo ficticio en el que se desenvuelve Canción de hielo y fuego, su proyecto
más ambicioso,en situaciones que semejan a la guerra civil de Inglaterra,
cimentada en el más puro ambiente fantástico-épico.
La
historia muestra un mundo distinto al nuestro, sin que se explique jamás si se
trata de pasado, presente, futuro, alternancia, o siquiera si existe la
posibilidad de alcance. Se desarrolla la acción en dos continentes. En Poniente
se centra una parte del conflicto que gira en torno al control sobre los Siete
Reinos. Aquel que se siente en el Trono de Hierro tendrá el poder absoluto.
Tras introducir intrigas palaciegas que van desde el asesinato hasta el
incesto, se centra el conflicto entre las casa Stark y Lannister, poniendo en
caos la relación de las otras casas que les han jurado lealtad y aquellas que
se encuentran en el fuego cruzado. A esto se suman la vida particular de los
miembros de la nobleza que interactúan con los plebeyos hasta el punto en que son
ellos quienes acaban ocupando papeles cruciales. Además de los conflictos
internos, los ataques desde fuera también están a la orden del día con la
aparición de DaenerysTargaryen liderando a la tribu de los dothrakis desde las
Ciudades Libres y la imperceptible amenaza de los Otros.
Así
fue como Martin decidió introducir la renovación que le hacía falta a la
fantasía épica. Hasta ese momento, el único modo en que ésta se había percibido
era bajo el modelo tolkieniano del bien
contra el mal y el hombre en el centro del conflicto como el verdadero señor de
todo, con los demás seres girando alrededor como meras abstracciones que no
alcanzaban una plenitud en su esencia como entidades. Los personajes se
convirtieron en cierto punto en algo idealmente irrealizable e inservible como ejemplo
para quienes trataran de explorarlos.
Martin
encontró en los retratos de la Guerra de las Dos Rosas un nuevo mito de la
humanidad en el cual se reflejaban nuevas condiciones esenciales para la
conciencia colectiva, que distaba mucho de los antiguos mitos.
Ya
no se trataba de un choque entre el bien y el mal y la forma en la que uno
sucumbía ante el otro con cierta tendencia al orden; ahora el hombre tenía un
abanico de virtudes y debilidades desplegado al alcance de su frágil voluntad.
Los moldes conflictivos que antes parecían tan claros como elegir un bando y
moverse como piezas de ajedrez que mueren de forma honorable en batalla, se
convirtieron en piezas que podían ir y venir, cambiar de bandos y de fines
según se presentaran las circunstancias. La restauración del orden–digamos, con
el retorno de un rey en el lugar que le corresponde por derecho- se diluye ante
el manto de la verosimilitud y nos vuelve ignorantes sobre quién debería estar
sentado en el Trono de Hierro o si éste debería existir siquiera.
La
mitocrítica y el mitoanálisis explorados porGilbert Durand empiezan a adquirir
en este momento un papel predominante en la relación entre Shakespeare y Martin
que tiene como eje el “mitema” que es la Guerra de las Dos Rosas. Aquí éste
hecho histórico adquiere el papel de representación arquetípica de nuevas
formas de concebir al ser humano. Y a pesar de que Martin cita entre sus
influencias para escribir la saga a varios libros de historia que le
esclarecieron las costumbres de la época en cuanto a vestimenta, las relaciones
conyugales, entre los gobernantes y gobernados, la comida, la religión y a modelos
clave de nuestra era para lo fantástico como Robert E. Howard, Tad Williams y el mismo Tolkien, la
influencia de Shakespeare está ahí, quizá no en una relación directa con su
teatro, pero sí con la idea que éste ayudó a fabricar sobre una nueva forma de
ver al mundo.
Esta visión de lo histórico superando lo mítico es
trascendental para la percepción estilística de Martin. El mismo autor ha dicho
que El señor de los anillos era el
reflejo mitológico de la fantasía épica, mientras que Canción de hielo y fuego pretende ser una visión histórica de la
misma, como motor de la humanidad.
Lo épico no se pierde, solo se transforma ante una nueva era.
Como ya hemos dicho, de algún modo, Shakespeare también se deshizo de los antiguos
mitos, pues pasó de una antigua forma de ver a la Historia, a la sociedad y a
las representaciones alegóricas de su tiempo y trascendió para fijar en su arte
a una nuevaclase de mito que reflejara la mentalidad de la época y ayudara a la
gente para que respondiera ante lo que pasaba a su alrededor.
Ejemplos de estas abstracciones nuevas sobre la condición
humana aparecen en la obra de los dos escritores de forma paralela.
Mientras
que las obras de Shakespeare despliegan al inicio su dramatis personae como alegóricos personajes de la historia
inglesa, Martin ofrece de manera imponente en sus apéndices, al más puro estilo
de un libro de crónicas de familias honorables, las distintas casas y quiénes
las integran.
Cuando
Enrique VI sube al trono tras la muerte de Enrique V es un paralelismo, por
ejemplo, de la muerte del rey JoffreyBaratheon y cómo es ungido su hermano
menor Tommen.
El
conflicto icónico de las familias Lancaster y York no pudo reflejarse de un
modo más simple inclusive en lo parecido de los nombres de las familias
principales que combaten en Poniente: los Lannister y los Stark.
Las
guerras y conflictos internos pueblan ambas historias.
Ricardo
III debe enfrentar a sus dos hermanos, culminando con el asesinato de uno de
ellos estando en prisión. Así mismo se enfrentan los hermanos herederos en las
Islas de Hierro tras la muerte del rey, pues todos, incluyendo a la hermana, quieren
el trono. Se hace asamblea en la que nos queda claro que quien grita más es
quien gobierna.
En
la Batalla de Worswood se da inicio una nueva estructura política en la que
asume el poder Richomd adoptando el nombre de enrique VII y acabando así el
ciclo de obras históricas. En Poniente tres hermanos: Renly, Stannis se
preparan para la batalla tras la muerte de su hermano el rey Robert Baratheron.
Los
matrimonios arreglados son un elemento
recurrente. Cuando Ricardo III insta al matrimonio a Isabel de York y convence
a la viuda de Ricardo IV para que apruebe el matrimonio. En Juego de tronos, Joffrey logra convencer
a Sansa Stark de que la ama y será un buen esposo.
La
situación política no es armónica y comienzan rebeliones como la de Buckingham,
quien muere en Richmond. En Desembarco del Rey, el pueblo muere de hambre en
plena guerra y termina atacando a Joffrey y a su séquito por el descontento.
Enrique
VI resquebraja la estructura del reino y de las instituciones, y la nueva etapa
de conciliación llega con Enrique VII. Shakespeare muestra la desestabilidad
como escenario, y cómo los personajes construyen diferentes voces que registran
los hechos desde distintas perspectivas, no como meros datos, sino para mostrar
el conflicto dramático de la condición del hombre. En Canción de hielo y fuego también se muestran conflictos dramáticos
en los que se ve la condición humana en el amor, las intrigas, la lujuria, la
disolución de un reino, desde los puntos de vista de una gama de personajes
pertenecientes a distintas familias de distintas clases sociales, religiones y
códigos de conducta.
Uno
de los golpes claves que Ricardo III efectúa para derribar el orden del reinado
de Enrique IV consiste está en esparcir el rumor de que se ha descubierto que
aquel que se creía ser el heredero legítimo resultó ser un bastardo, y por
ende, indigno del linaje real e impedido para gobernar. Los bastardos son un
tema frecuente en juego de tronos y Choque
de reyes. Uno de los personajes centrales a lo largo de la serie es Jon
Nieve, bastardo de lord Eddars Stark y hermano de la Guardia de la Noche. Las
relaciones extraconyugales y libertinas del rey Robert Baratheon despiertan la
ira de su esposa Cersei Lannister y futura Reina Regente, al tiempo que es
causante de una intriga más acerca de la descendencia secreta del rey que,
entre otras cosas, culmina con un infanticidio en Desembarco del Rey bajo los
rumores que se dan en el pueblo y que ponen en tela de juicio la legitimidad
del reinado de Joffrey Baratheon.
Shakespeare
enfrenta personajes alegóricos medievales como las abstracciones de los vicios
y las virtudes en una estructura cíclica de la recreación del hecho histórico
como las acciones de hombres particulares en el escenario político y la
posibilidad de actuar en él para recuperar la
estabilidad perdida. En Canción de
hielo y fuego, los personajes tienen conflictos, personalidades opuestas
pero con similitudes en lo más profundo. Conforme avanza la trama, hay más
peleas y guerras y no se ve la paz en ningún momento. Algo debe hacerse para
que vuelva el orden, pero nunca queda claro qué. Muchos son los que buscan
sobrevivir y solo pocos mantienen la esperanza de buscar cómo hacer que todo
vuelva a la tranquilidad.
Todo
el peligro que conlleva apoderarse del trono es lo que nutre a las piezas
históricas del Bardo y al suspenso del novelista.
Con todos los paralelismos entre el inglés y el norteamericano,
no es difícil imaginar que aun si fuera verdad que la obra de Shakespeare no
influyó al momento de gestar su imaginario, a Martin no le
hacía falta, pues Shakespeare no era el vehículo de la historia, mucho menos
del mito. Esos fueron los conflictos y nuevas visiones que ayudó a construir, y
es precisamente este alejamiento de una perspectiva de los hombres que la
crearon lo que le otorga el carácter de mito: algo que está más allá del hombre
y cuya misión es responder a las interrogantes que se haga cuando ya no haya
Historia, y solo queden historias.
BIBLIOGRAFÍA
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intertexto: La rescritura de los mitos en las obras literarias”, en Cedille.
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Martin, George R.R., Canción de hielo y fuego I: juego de tronos,
Random House Mondadori, México 2012
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Random House Mondadori, México 2012
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Shakespeare, William, Ricardo II, extraído de la colección
Obras completas, volumen IV: Dramas históricos, Editorial Losada, España, 2009
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Shakespeare, William, Ricardo III, extraído de la colección
Obras completas, volumen IV: Dramas históricos, Editorial Losada, España, 2009
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Shakespeare, William, Primera parte de Enrique IV, extraído de
la colección Obras completas, volumen IV: Dramas históricos, Editorial Losada, España,
2009
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Shakespeare, William, Segunda parte de Enrique IV, extraído de
la colección Obras completas, volumen IV: Dramas históricos, Editorial Losada, España,
2009
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La vida de Shakespeare, introducción general
de Pedro Henríquez Ureña, extraído de la colección William Shakespeare Obras completas, Editorial
Losada, España, 2009
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Las piezas históricas de Shakespeare, de Lucas Margarit, , de la colección William Shakespeare Obras completas, volumen IV: Dramas históricos, Editorial Losada, España, 2009
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http://entertainment.time.com/2011/04/18/grrm-interview-part-2-fantasy-and-history-/:
“GRRM- Interview Part 2: Fantasy and History” por James Poniewozik, abri 18 del
2011, consultado el 13/10/2012 a las 20:45 hrs